RAS UNO
de esos veranos sosos en el plano deportivo, aquellos en los
que no se celebran Mundial ni Eurocopa o Juegos Olímpicos
—apenas tuvimos los Campeonatos del Mundo de Atletismo
de Helsinki y mejor no hablar del tema—, la España
futbolera deja de morderse las uñas. ¡Por fin
arranca la liga!
Por desgracia, ya no se puede decir aquello de “la
mejor liga del mundo” o “ la liga de las estrellas”.
De hecho, los jugadores españoles son tentados por
el dinero inglés y, a pesar de la repugnante gastronomía
británica y el desapacible clima de la isla, emigran
sin dudarlo a un fútbol más espectacular y
donde cada partido es una fiesta para la hinchada. En cualquier
caso, aquí siempre quedará la galaxia de Florentino
y algunas estrellas que nos harán disfrutar de un
año muy interesante.
Haciendo un símil con el atletismo o la natación,
se podría decir que la calle central —en la
que salen los favoritos— la ocupa el campeón
de liga vigente con los pies en los tacos, dispuesto a empezar
arrasando como la temporada pasada. El F. C. Barcelona ha
optado por mantener el bloque que tan buenos resultados
le ha dado y añadir algún refuerzo interesante,
como el holandés Van Bommel. Las apuestas de continuidad
tienen un riesgo claro: los jugadores suelen relajarse y
se desmoralizan en cuanto las cosas no van como la seda,
algo factible, ya que la temporada pasada los azulgrana
pisaron un auténtico camino de rosas hacia el título.
Aunque la mayor parte de los integrantes de la plantilla
aspiran a comerse el mundo, la política de renovaciones
del cada vez más cuestionado Laporta proporciona
a los jugadores la tranquilidad de un futuro asegurado y
eso puede traducirse en una falta de competitividad. Además,
la ausencia de fichajes de primera línea garantiza
la titularidad a unos cuantos y esa escasa tensión
por lograr un puesto en el once titular también puede
derivar en desmotivación.
La liga no sería lo mismo sin la fuerza antagónica
de los culés. En el otro lado de la balanza se encuentra,
como siempre, la galaxia. Al comenzar cada partido por la
megafonía del Santiago Bernabéu ya no se escuchará
el obsoleto himno de “las mocitas madrileñas...”,
ni tampoco la solemne ópera de Plácido Domingo.
A partir de ahora se podrán escuchar los calientes
ritmos samberos o al propio Carlinhos Brown. Y es que este
Madrid es media “canarinha”. A Roberto Carlos
y Ronaldo se han sumado Batista y Robinho “el deseado”,
al que más le vale cuajar una excelente temporada y
salirse del firmamento pues, durante meses, los medios de
comunicación le han puesto al madridista la cabeza
como un bombo. Mientras de medio campo para adelante hasta
ocho jugadores se lían a tortas por un puesto en el
equipo, en la defensa persisten las dudas. Aunque es cierto
que, pese al desequilibrio del que se acusa en los últimos
años al Real Madrid, la temporada anterior destacó
el buen hacer defensivo de los blancos. Samuel, siempre cuestionado,
no debió hacerlo tan mal a fin de cuentas y quizá
se le podría haber dado una segunda oportunidad. El
argentino, traspasado al Inter con Figo y Solari, será
sustituido por Pavón y un Woodgate que parece recuperado
de sus recurrentes lesiones pero sobre el que aún pesa
la sensación de que se va a romper de un momento a
otro, como un muñeco. El frustrado fichaje de Sergio
Ramos (que, probablemente, esté apalabrado para el
año que viene) ilusionaba a los madridistas, ya que
se le considera la pieza que le falta al equipo para aspirar
a todo.
Por mucho que insista Florentino o por más
delanteros y centrocampistas ofensivos de calidad haya en
la platilla, es sabido que los equipos afanados en crear un
fútbol espectacular hacen muchos goles y siempre miran
hacia la meta contraria, pero nunca resultan ganadores
y acaban sucumbiendo ante equipos más sólidos
y armados. En cuanto a los otros fichajes, el
leñero
Pablo García podría aportar consistencia al
centro del campo, pero también corre el riesgo de pasarse
media liga sancionado.
El Atlético de Madrid es otro de los equipos que
mejor huelen. La llegada de Carlos Bianchi promete. El argentino
lo ha ganado todo en Sudamérica y se ve que tiene las
ideas muy claras. Sin embargo, su única aventura europea
acabó en fracaso y entre el fútbol argentino
y el del viejo continente existen demasiadas diferencias.
Por otra parte,
los fichajes rojiblancos rebosan calidad
para corregir la falta de puntería que los del Manzanares
exhibieron la temporada pasada. Dos puñales en
las bandas como el búlgaro Petrov y Maxi Rodríguez,
junto a un delantero tanque como Kezman, pueden ser los lugartenientes
perfectos para el
niño Torres. La inversión
ha sido importante y podría devolver al Atlético
a los puestos de cabeza y permitirle soñar con la Champions.
Ahora que plantilla (nueve de los titulares son internacionales)
y cuerpo técnico parecen dar la talla, ya pueden ir
tomando nota los directivos, especialmente el presidente Enrique
Cerezo, un hombre cuyas declaraciones invitan a pensar que
sus conocimientos de fútbol son más bien limitados
y quizá, por tanto, debiera centrarse en la industria
cinematográfica, donde sí ha demostrado tener
olfato.
En una población de apenas 40.000 habitantes, una serie
de hombres caminan con paso firme hacia el milagro. El
submarino
amarillo de
Villarreal ha sorprendido a media Europa.
Un equipo de estrellas creado de la nada, como el Parma de
la década de los noventa, parece dispuesto a comerse
el mundo. En España, está claro que los castellonense
son ya el nuevo
Superdepor. Su éxito no está
basado en el dinero —cualquier otro equipo ha gastado
más en fichajes—, sino en una directiva muy seria
y en un trabajo bien planificado.
Su principal activo para
este año vuelven a ser Riquelme, a quien han conseguido
retener, y varios fichajes muy acertados. Puede llegar
lejos, pero en contra tendrá varios factores. El primero
es su propia afición, un pueblo que se vuelca con su
equipo pero incapaz de acudir un miércoles a una cita
europea a las nueve menos cuarto de la noche. El año
pasado, las semifinales de la copa de la UEFA no lograron
llenar el Madrigal. Por otra parte, la plantilla se antoja
un poco corta para afrontar tres competiciones o para tener
opciones reales de ganar un título; este tipo de equipos
suelen acusar el vértigo y fallar en momentos claves.
Al Depor le costó años creerse que podía
ganar una liga y otros equipos revelación anteriores
también se desinflaron, como el Mallorca de Cúper
que, tras ir segundo en el campeonato de Liga, se vino abajo
y hasta perdió la final de la Recopa. El Valencia tampoco
remató cuando hizo la machada de alcanzar la final
de la Champions durante dos temporadas consecutivas.
El cuadro levantino, por cierto, es de los que prometen
este año. Aunque su mala pretemporada ya ha sembrado
algunas dudas.
El alumno aventajado de los entrenadores
españoles, Quique Sánchez Flores, ofrece muchas
garantías y la plantilla está compensada.
La lesión de última hora del ex jugador del
Arsenal, Edu, ha dejado solo a Baraja para organizar el centro
del campo. En la punta de ataque también surgen incógnitas
sobre el rendimiento de dos hombres: Kluivert y Villa. El
holandés ha salido rebotado de casi todos los equipos
en los que ha jugado, mientras que el joven delantero fichado
del Zaragoza apunta buenas maneras, pero podría ser
de los que viven de rachas como la excelente que rubricó
con los maños el año pasado. Pese a todo hay
que tener fe en Villa, ya que no sobran delanteros en España
y, de completar un buen año, quizá podría
tener un hueco en la selección de Luis Aragonés,
siempre que el combinado nacional se clasifique para el Mundial
de Alemania. Y de las últimas incorporaciones
chés
sobresale el lateral portugués Miguel, un auténtico
pulmón para la banda derecha.
Otro punto de interés de la competición será
la eterna y enconada lucha entre Betis y Sevilla.
A los
verdiblancos les ha faltado un refuerzo de renombre mientras
que los sevillistas, además de conseguir retener al
joven Sergio Ramos, han sabido compensar la marcha de Batista.
Saviola puede, por fin, tener una deseada oportunidad que
no debe desaprovechar. Sin salir del sur, un equipo nos hace
esbozar una sonrisa. El
Cádiz, un equipo carismático
donde los haya, ha vuelto a primera.
En un estadio tercermundista
se encuentra una de las aficiones más fieles y animadas
del panorama español. La fiesta está asegurada
y el primer plato ya es contundente: el Real Madrid.
La suerte está echada, comienza el espectáculo.
Internet ha traído las casas de apuestas a España.
Éste es un ejemplo de cuánto se paga por acertar
el campeón de liga. De no ganar ninguno de los dos
grandes, una persona recibirá 7 euros por cada euro
apostado. Jugando 20 son 140, no está nada mal.
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