Sábado, 1 de noviembre de 2003

COLABORACIONES
¿Un primer ministro judío para el Reino Unido?
por Isaac Bigio*

Michael Howard está a punto de convertirse en el líder del conservadurismo, el partido que más años ha estado en el poder en Gran Bretaña y también en todo el globo. Es la primera vez que los tories nominan a un no cristiano como su jefe.

En el Reino Unido los católicos no tenían derechos electorales hasta 1830, cuando fueron emancipados y pasaron a ser ciudadanos. Los judíos consiguieron tales derechos 3 décadas después. Disraeli llegó a ser primer ministro pero debido a que se había bautizado y renegado de su fe de origen.

Los conservadores siempre apuntaron al público gran-británico, especialmente en las regiones anglicanas, mientras que los laboristas y liberales siempre concitaron la simpatías de las minorías étnicas.

Hasta los 1950s los judíos tenían poca aceptación en el conservadurismo. Margaret Thatcher tenía en su distrito electoral muchos israelitas y buscó atraerles. Luego, en su gobierno tuvo ministros judíos como Lord (David) Young, Malcolm Rifkind, Leon Brittan, Nigel Lawson y Keith Joseph. Michael Howard y Oliver Letwin son dos israelitas que han estado voceados entre los principales voceros del conservadurismo.

Michael Howard nació en Gales en 1941 hijo de Bernat Hecht, un yidish que se escapó de su Rumania natal poco antes de la II Guerra Mundial. El hecho que él se haya convertido en el primer judío practicante en llegar al liderazgo de uno de los partidos históricos del país es un hecho significativo. Nunca antes un negro o un asiático ha llegado a tal posición, pese a que hay más de 3 millones de residentes británicos que pertenecen a esas etnias.

Howard, a su vez, no es un judío tradicional. Pertenece a la sinagoga liberal, la misma que permite que mujeres y gays sean rabinos y que sus feligreses coman cerdo y mariscos.

Lo interesante es que los laboristas, quienes han sido el favorito dentro de los 250,000 judíos británicos, carecen de grandes figuras de tal comunidad dentro de sus dirigentes. En cambio, los conservadores le ofrecen a una minoría la posibilidad de tener a uno de ellos como su líder.

La primera vez que una mujer llegó al premierato británico fue con la derechista Thatcher, enemiga del feminismo y de movimientos por el aborto.

En EEUU la primera vez que afro-americanos han llegado a posiciones tan altas es con Colin Powell y Condoleezza Rice, halcones republicanos, y no como parte de los demócratas, el partido que tradicionalmente ha conquistado más apoyo negro.

La primera vez que un gay estuvo a punto de llegar a ser mandatario de un gobierno fue en Holanda con el derechista extremo Fortyn.

En cierta manera las fuerzas socialmente más conservadoras y menos interesadas en las minorías o sectores sociales marginados se convierten en canales que pueden permitir a minorías a llegar a altas posiciones. Hacen ello para renovarse y aparecer como más amplios y plurales. El mensaje dado a los sectores sociales marginados es que la mejor ruta para avanzar es abrazar el patriotismo conservador desechando las protestas, el radicalismo y la solidaridad.

En las presidenciales pasadas de EEUU la plancha Gore-Liberman ganó la primera mayoría. De no haber conseguido Bush un cuestionado triunfo en Florida hoy la principal potencia hubiese tenido un judío practicante en la Casa Blanca.

En Inglaterra Howard tiene el doble rol de tratar de mostrar a las minorías que los conservadores no son un partido esencialmente gran-inglés y anglicano y, por otra parte, tiene que mostrar a su electorado que él puede ser tan o más duro enarbolando el patriotismo británico contra la llamada ‘invasión de asilados’, la guerra contra Irak y la desaparición de la libra esterlina.


*Isaac Bigio es investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences (LSE). Colabora en la BBC, El Comercio, La Opinión, CNI y otros medios.

 

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