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Análisis deportivo
Sábado, 6 de marzo de 2004
Jugar a no perder


Iñigo
Galparsoro


El fútbol está en crisis. Predomina la pura táctica y una máxima: primero defiende, después ataca. Y una segunda: espectáculo cero
ISFRUTÉ. Y vaya si lo hice. El pasado domingo, el Depor perdía en Riazor y no podía pasar la oportunidad de derrotar al Barcelona si quería seguir la estela del Real Madrid. Irureta optó por el riesgo. Quitó a Naybet y sacó a Djalminha. Cambió a un gran defensa y puso sobre el césped su última esperanza de victoria. Y, lo más importante, jugó con tres defensas. Sólo con tres atrás. Sólo.

En los tiempos que corren es difícil ver un equipo que busque el ataque con desesperación, con voluntad. Con riesgo. Irureta lo hizo, supo leer el partido tan bien como en él es habitual y tiró de todo su arsenal. No le salió bien, porque el Depor no pudo romper la muralla culé. Pero arriesgó. Con todas sus armas y con sólo tres atrás. Sólo tres.

El fútbol está en crisis. Predomina la pura táctica y una máxima: primero defiende, después ataca. Y una segunda: espectáculo cero. Con estas premisas, la práctica totalidad de los equipos de esta Liga de las Estrellas se ha acostumbrado a un sistema al que ya denominan clásico: el 4-2-3-1. Cuatro postes bien afincados en defensa, dos destructores realizando la labor sucia y… cuatro adelante. Cuatro de once.

Si nuestro equipo gana, metemos un defensa más por si acaso. Triste ciertamente. Si el equipo empata, metemos un medio más para tener la posesión del balón. Lamentable. Y, por supuesto, si perdemos cambiamos a un delantero por otro, un centrocampista por otro. Incluso nos permitimos el lujo de poner un delantero en lugar de un medio. Eso sí, con los cuatro defensas bien atrás, bien seguros. No sea que nos metan un gol y nos ganen de dos… No nos engañemos, señores. Esto de clásico no tiene nada. Esto no es fútbol.

Antes, nuestra liga precisaba de magia, improvisación, espectáculo. Por eso venían los mejores extranjeros, los grandes entrenadores, en definitiva, los mejores magos con el balón en los pies. Ahora en cambio los equipos se conforman con jugadores mediocres, sin arte, sin clase, que pongan voluntad para jugar el balón… pero a los que tampoco se les piden responsabilidades a la hora de jugar la pelotita. No señor. Eso es demasiado.

Desgraciadamente hoy en día apenas sabemos cómo juega una defensa de tres atrás, cómo se debe colocar un extremo o qué se siente al ver a tu equipo atacando con tres delanteros. Eso ya está olvidado, porque muchos aficionados no han tenido la suerte de disfrutarlo. A algunos nos queda el consuelo de que hace no demasiado tuvimos la suerte de vivirlo. Con uno de los mejores entrenadores de la historia, con un holandés que se sirvió de los manjares que ofrece este espectáculo: el fútbol total.


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