Jueves, 15 de febrero de 2001
Las “cositas” de Palacio
L PRESIDENTE Aznar, apoltronado en la comodidad de su mayoría absoluta, continúa liderando el centro derecha desde su camón regio. Viendo cómo las pequeñas bagatelas del feudo le intentan emponzoñar su modélico mandato. Pero él, incólume ante los desagravios que le mandan las huestes socialistas, sigue mayestático y no hace mayores aspavientos ante lo que él llama "cositas". Las vacas locas, el Tireless, las ligereces de sus nobles, entre otras estulticias, son, para el buen hacedor Aznar, pequeños asuntos domésticos que no le afectan a él y a los que no puede descender para solventar. ¡Qué la plebe resuelva los problemas de su salud gastronómica! Él está para otros menesteres más excelsos, como proyectar su imagen de gran estadista allende nuestras fronteras o labrar su camino para iniciar el asalto al castillo europeo, actualmente gobernado por el italiano Prodi. Y es que Josemari I de España ya no tiene tiempo para dar explicaciones sobre tales bagatelas. Para eso ya están la condesa de Villalobos, la cual mostró una excepcional capacidad para explicar sus magnos errores desdiciéndose de su opinión inicial de que no había peligro de comer carne de vaca. O el prefecto Arias Cañete, quien no ha podido cubrir con un manto de amnesia su irregular situación mientras está al frente de Agricultura y Pesca. Todo este panorama es tan esperpéntico que ni al mismísimo Valle-Inclán se le hubiera ocurrido literaturizar algo parecido.
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José María Aznar. |
Entretanto, el humilde caballero de la rosa y el puño, José Luis Rodríguez Zapatero, continúa ganándose la confianza y el agasajo de las gentes de esta piel de toro. Cada día se acerca más a Josemari I en las encuestas de opinión. Su orden se predispone a batirse el cobre con los caballeros de la gaviota ahora con mayores posibilidades de éxito. La prueba electoral se apresta reñida. ¿Podrá el hidalgo Zapatero vencer al aún desconocido delfín del egregio Josemari? El desenlace lo tendremos dentro de poco más de tres años. Mientras, el gran Aznar podrá continuar paseando por España y todos los confines del globo su pomposa dicción y su aureola de hombre casto. Y seguirán aflorando en su reino estas "cositas" que tanto le molestan por el libelo de los amanuenses que no le son afines, pero que a él no le inmutarán, dada su condición de soberano autosuficiente tras su gran recolección de apoyos en las últimas generales.
Y tendremos Aznar para rato. Al menos eso es lo que señaló el pasado domingo el diario del conspicuo Polanco, valedor del otrora rey Felipe. Según "El País", Aznar ha ido construyendo durante años un proyecto a largo plazo, el "aznarismo", que le permitiría a éste emular la fórmula del capitoste del nacionalismo vasco Arzalluz, quien lidera el PNV y gobierna el País Vasco desde la sombra. Esta obra pergeñada por el castellano leonés se remonta a hace poco más de una década, según la citada publicación. En aquel entonces, un "grupo de jóvenes conservadores de militancia neoliberal y actitudes lidantes con el Opus Dei le construyeron un armazón ideológico para gobernar". Así se fundó FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales), "la forja del aznarismo", apunta Jesús Rodríguez en su artículo del rotativo nacional. Luego la anunciada despedida de Josemari I en 2004 parece que no deja de ser, al parecer, un mero subterfugio que éste ha urdido para continuar, llegada esa fecha, dirigiendo el destino de España mientras lanza su carrera internacional. Lo cierto es que desde el pasado marzo de 2000, cuando Aznar consiguió el mayor éxito político de la derecha democrática, han brotado de manera incontinente las conjeturas en torno al futuro del liderato del PP. Y el entonces henchido Aznar no hizo más que avivar y generar dudas sobre su sucesión o su posible continuidad. Finalmente es previsible que lo deje, pero: ¿será cierta la tesis de quienes apuntan que Aznar tratará de pervivir detrás del guiñol moviendo los hilos del partido y de España? No lo sé. Lo que sí sé es que si pretende brindar una nueva victoria electoral a su partido, ya sin su presencia, deberá empezar por preocuparse más seriamente de esas "cositas" que tan poco le parecen importar. Por su propio bien y, sobre todo y fundamentalmente, por el de los españoles, que requieren una dedicación más seria en problemas que pueden tomar un cariz harto preocupante.
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