EDIOCRES, CADUCOS
y adictos al exceso nostálgico, se han amparado demasiadas
veces tras el paraguas del rock clásico. Es lógico
que a mucha gente le tire para atrás leer esas dos
palabras juntas. Pero no generalicemos, Love As Laughter
le echan fuego, alma y abandono a lo que hacen, que es lo
que hay que echarle si se quiere llevar hasta la última
consecuencia al Neil Young del “rock’n’roll
is here to stay”. Hacen rock clásico y puedes
gritarlo con la misma bravura con la que ellos abren ‘Laughter
Fifth’ quinto disco de su carrera y tercero en Sub
Pop, coceando como Neil Young ‘circa 1975’.
El aquelarre desabrido de Crazy Horse está en este
corte, “In amber”. Tres más adelante,
llega “Survivors” y sientes de nuevo el látigo
eléctrico.
Este disco lo han grabado tocando como si fueran guerreros
de fin de semana, con cero por ciento de pretenciosidad.
Suena como estuvieras sentado en un ricoón del sótano
que una banda analógica que toca a partir de un piñón
– cuatro para uno, uno para cuatro- fue quemando tomas
durante cinco meses de 2004. Notas hasta el reverb de las
paredes en su versión de “I won’t hurt
you” de West Coast Pop Art Experimental.
Esta piezas casi no habrían sonado a futuro en 1971,
pero ahora tampoco lo hacen a pasado. Elegantes, en tensión
y con el volumen alto, enchufados según la canción
de T-Rex, Thin Lizzy o el primer Tom Petty, agarran por
los cuernos estribillos pop y acordes del postgrunge para
su escupir su recreación lo-fi del rock vibrante
y genuino. Se comprende que Built to SIPI les adoren tanto.
Al frente está Sam Jayne, voz, guitarra y composición.
Escribe sobre desventuras, juego sucio, incomunicación
y remordimientos. Ha eliminado el mayor desaliño
y excentricidad de sus anteriores capítulos –la
etapa el Lync, la colaboración con Beck en “One
foot in the grave”, los discos previos de Love As
Laughter- , aunque por la izquierda siga pellizcando al
art-rock. El cambio de Seattle por Nueva York no ha afectado
a su garganta polvorienta y sin adornos, tan geográfica.
El resto de la banda enciende más esa mecha con su
laissez faire grasiento.
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