AVIER VELASCO
se ha convertido en un profesional del cinismo, lo cual tiene
sus ventajas e inconvenientes. Entre las primeras, figura
la capacidad de epatar, de reclamar la atención del
lector indeciso por la saturación de publicaciones.
Una actitud coherente por parte de Velasco si nos atenemos
al ‘leit-motiv’ de los 24 cuentos que componen
este ‘Materialismo histérico’, que no es
otro que la obsesión por el dinero. Entre los segundos,
se encuentra el agotamiento, pues una vez perdida la sorpresa
pirotécnica inicial causada por el estilo trasgresor
y los planteamientos morales deliberadamente obscenos, sólo
queda la fuerza de la narrativa, el ingenio del autor. Sin
subestimar en ningún momento el talento del mexicano
y la originalidad se su prosa heterodoxa, de una informalidad
coloquial cercana al ‘punk-rock’ (en el libro
no faltan las alusiones musicales pues estamos ante un confeso
melómano), no he podido evitar el cansancio ante tanta
actitud rompedora y ese ‘turismo’ por el lado
salvaje de la vida que ha convertido en su principal seña
de identidad. La obsesión por el dinero, el poder y
las mujeres fatales son los temas recurrentes de unos relatos
sin más valor que el de la ocurrencia.
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