ON BUENAS dosis de un sentido del humor muy particular y un gusto por
las situaciones surrealistas, Chico Buarque ha escrito una novela liviana
por el grosor pero densa en contenido. Porque de lo que nos habla con gran
originalidad y sentido del ritmo, no en vano estamos hablando de un autor
que se ha pasado toda su vida buscando la musicalidad de las palabras,
es de la propia identidad, mucho más frágil y volátil
de lo que podríamos pensar. Para ello se sirve de un personaje,
José Costa, un escritor brasileño que al viajar a Budapest
es víctima de un proceso de inmersión lingüística
tan intenso que su personalidad se desdobla, llegando la nueva, la de Zsoze
Kósta, a usurpar el lugar de la primera con el consiguiente desconcierto
para el protagonista y divertimento del lector. Una historia original con
constantes referencias a la sonoridad de las palabras, interesantes reflexiones
sobre el proceso creativo del escritor y un paradójico e inesperado
final.
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