A TEMPORADA de fútbol está a punto de concluir y si
pusiéramos en una balanza todo lo bueno y lo malo que nos ha dejado sin
duda ésta se inclinaría del lado de lo negativo. El fútbol
español no es el mismo que hace unos años. Salvo la cada
vez más apagada
galaxia blanca y las estrellas mediáticas
como
Ronaldinho o
Etoo, los clubes españoles, la mayoría
con unas deudas que asustan, ya no pueden hacerse con los servicios de
los mejores jugadores del mundo. No hay dinero para fichar
cracks
y muchos equipos no cuentan con ojeadores con talento para fichar a jugadores
emergentes para que se formen aquí y acaben jugando en Inglaterra,
que es donde ahora está el dinero gracias a personajes mafiosos
como el ruso
Abramovic. Los salarios de las islas tientan a más
de uno e incluso España se ha convertido en un exportado de talentos.
De manera que los equipos que salen a flote son los que manejan con acierto
una fructífera cantera y contratan a jugadores desconocidos –pero
muy válidos– por poco dinero. El mejor ejemplo es el Sevilla, que
cada jornada hace saltar al césped a un 'chaval' que
acaba de sacarse el carné de conducir, pero que transmite ilusión
a la afición que se identifica con un hombre de la tierra y aplaude
sus ganas de comerse el mundo. El Real Madrid, que no se puede quejar de
cantera, sería la antítesis del proyecto sevillista. Lo peor
es que promete seguir siéndolo con
Arrigo Sacchi dispuesto
a fichar por Europa sin mirar primero lo que hay en casa. En cualquier
caso, la liga ya no atrae. El noventa por ciento de los partidos son infumables
y el aficionado no quiere pagar por ver un aburrido espectáculo
a través de la pantalla, lo que a su vez ha repercutido en la inversión
televisiva, lo que se traduce en menos poder adquisitivo de los clubes.
Sólo con ver los resúmenes de los partidos y echar la vista
atrás se puede comprobar cómo no se marcan tantos tan bellos,
no se ven jugadas de clase y muchos jugadores deambulan por la primera
división sin que los niños recuerden su nombre. Ver un partido
puede compensar menos que irse a tomar unas copas o preferimos ver a
Alonso
peleando con
Schumacher. El panorama no es halagüeño.
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Samuel Etoo. |
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El Barça acaricia el título
En la actualidad pura y dura, el F.C. Barcelona está a punto
de hacerse con el título de liga con todo merecimiento. Ha jugado
mejor que los demás y ofreció un fútbol rápido,
preciso y arrollador en el primer tramo de la liga que le permitió
abrir una importante precha en la clasificación.
Xavi,
Márquez,
Ronaldinho y, muy especialmente, Samuel Etoo han brillado con luz propia.
Por una parte, tiene mucho mérito la capacidad del club para sobreponerse
a lesiones muy graves de jugadores de peso como
Gabri,
Silvinho,
Edmilson o
Larsson, pero también es cierto que ha
contado con ayudas arbitrales muy claras y vergonzosas en momentos puntuales
de la temporada. Un tipo al que muchos le hubieran cortado la cabeza hace
años y medio como es
Frank Rijkaard ha demostrado tener las
ideas bien ordenadas y sacarle partido a una plantilla con tres
galácticos:
Puyol, Ronaldinho y el camerunés Etoo.
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Ronaldo Luiz Nazario de Lima. |
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El Madrid del catenaccio
A cuatro partidos del final, las opciones del Real Madrid son escasas.
Al aficionado medio le molestaría incluso que al final ganase la
liga una plantilla que ha vivido en la mediocridad, que ha pasado apuros
para imponerse a equipos abocados al descenso a segunda y cuyo ciclo está
próximo a agotarse. En el fondo desea que los descabellados y futbolisticamente
poco equilibrados proyectos de
Florentino Pérez fracasen
para que el "ser superior" (según definición de
Emilio
Butragueño) se plantee hacer las cosas de otra manera. El público
que puebla las gradas del Bernabéu no se ha divertido nada este
año y eso no se compensaría con un título inmerecido,
lo único que escuece al seguidor merengue es que el eterno rival
sea el más firme candidato a ganar la liga. Apuesto el cuello a
que si el líder fuera el Valencia, el Deportivo o el Sevilla,
los blancos habrían bajado los brazos mucho antes. Sin embargo,
la llegada de
Luxemburgo ha puesto algo de sal a la liga. El brasileño
ha diseñado un Real Madrid que no es del agrado del madridista de
toda la vida, un equipo especulador con el resultado, que encaja –esa es
la nota positiva– muy pocos goles y tiene el aguijón preparado para
picar en el momento justo.
Iker Casillas se encarga de salvar los
muebles cada jornada mientras que en el último tramo
Ronaldo
vuelve a demostrar por qué es el mejor delantero del mundo. Pero
el Madrid nunca fue concebido para ser un Chelsea, o un Valencia, ni el
público lo aguantaría. Las últimas copas de Europa
han acostumbrado al público a comer caviar en lugar de espagueti
(por lo del fútbol a la italiana) y exige que los jugadores representen
cada jornada una ópera sobre el césped. La frenética
carrera por la liga pronto se acabará para los blancos.
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Juan Román Riquelme. |
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Amarillo, amarillo es
El
submarino amarillo de Villarreal está cuajando
una temporada excelente, juega bien y le ha sacado el máximo partido
a una plantilla conformada a base de
galácticos de segunda
fila o que habían fracasado en otros equipos y a una serie de canteranos
que nadie sabe de dónde salen. Resulta curioso que algunos equipos
como el Deportivo (en general todos los gallegos), el Valencia o el Atlético
(
Torres aparte) no sean capaces de sacar rendimiento a su cantera
y sí lo haga el equipo de una localidad de 40.000 habitantes. Precisamente
el Atlético requiere un análisis paticular. Es difícil
jugar peor al fútbol. Acudirr el domingo al Calderón es un
auténtico martirio porque los rojiblancos no son capaces de enlazar
tres pases seguidos. Ya ni siquiera se salva Torres, que no ve puerta.
Un equipo gris todavía aspira a entrar en Europa y podría
proclamarse campeón de la Copa del Rey. Una prueba de que la liga
española no es la que era.
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